
Y empezaba el día, sentía paz espiritual, equilibrio espiritual, claridad mental, movimientos tranquilos experimentaba, respiración consciente, meditación sin búsqueda en cada pensamiento que fluye por mi mente y así, dejé de esperar, dejé de esperar una llamada, una contestación, un mensaje, un estado, una actualización, una respuesta, dejé de esperar un saludo, una conversación, un aprendizaje, un trabajo, una rutina, fluía en la energía del ambiente, me llenaba de su vacío, de su silencio, del silencio que provoca no esperar. Sentí que no sabría cuanto me iba a durar este estado de paz espiritual y no me importaba, disfrutaba el cigarro, el vaso de agua, el café, el desayuno, agradecí en mi interior por todo mi trabajo emocional que me había traído hasta este punto de equilibrio.
Pensé que era bonito no esperar ni una sorpresa, ni un malentendido, dejé de buscar en la gente sensaciones que estaban dentro de mí, dejé de buscar personas, momentos, lugares, viajes, conversaciones, simplemente dejé de esperar, me sentía en la nada absoluta viéndome reflejado en la energía de cada persona y lo acepté. Acepté fluir con esta energía, con esta luna, con este día de frío. Ya no esperaba ni una cena, ni un cine, ni un beso, ni un abrazo, ya no esperaba que me entendieran, ni escuchaba sus juicios, en mi aislamiento encontré el equilibrio de sorprenderme con cada palabra. Ya no esperaba ni acción ni reacción, ni fuerza ni suavidad, ni sutileza ni insultos, ya no esperaba ni tu respuesta, ni tu halago ni tu crítica, simplemente dejé de esperar, fluía. Ni llamadas, ni estados, ni mensajes, ni soluciones ni problemas, ni situaciones ni búsquedas, ni actualizaciones ni descendencia, ni enfermedad ni salud, ni riqueza ni pobreza, ni tranquilidad ni hastío, ni hartura ni cansancio ni movimiento en las infinitas variables presentes.
Dejé de esperar dobles sentidos y señales, solo iba de frente con mi presente y sus infinitas variables moviéndose a la velocidad de la luz. Así empezaba el día y quería recogerlo en un trabajo emocional, a algunos les puede parecer triste, a otros alegre, da igual, no esperaba ya sus palabras ni su apoyo ni su ausencia ni su presencia, solo sentía equilibrio y paz espiritual y lo quería disfrutar, desde un estado de observación de la mente clara, el corazón funcionando y la vida con sus altos y sus bajos siguiendo su curso, su cambio constante contradictorio, su cambio constante, ese que te deja al margen cuando dejas de esperar y te pones a reflexionar sobre la nada ambiental que llena toda la energía presente. Así veía a la gente perdida hablando, buscando, respondiendo, reaccionando, cambiando, soltando juicios a algo que tiene un valor desconocido, que es fluir desde la no espera…Y no sabía como avanzar, solo sentir y disfrutar este momento que sigue sumando claridad mental, paz espiritual, y corazonadas impulsivas tranquilas.