Vivimos como si para cada cabeza cayese la misma lluvia. Como si cada gota de agua no reconociera a que seres mojar con su vida.
La memoria del agua marca un camino en cada persona y es en este camino en el que debemos elegir, salir a mojarnos, o resguardarse de la tormenta. Con un hecho tan simple, se crean ciclos y se rompen caminos, se crean nuevas sendas por las que caminar.
Es difícil escoger los pequeños objetivos, los cuales nos brindarán unas oportunidades u otras.
La memoria del agua brinda caminos, brinda días de reflexión, brinda momentos en los que sentir el poder de la naturaleza.
No todo el mundo se para a escuchar como el sonido de la lluvia sobre una tela puede ser el mismo sonido que hace el universo. El ruido blanco, nos dice en cada tormenta de que fractal venimos, en que cuerda vibramos. Hasta que nos corten el hilo de vida.
Me pregunto cómo puedo exprimir la vida en los momentos que tengo de meditación.
Me gusta ver mi estrella entre tanta oscuridad, es algo que me ayuda a seguir hacia delante. Es increíblemente bonito ver la luz entre tanta oscuridad, aunque sea una microluz desde aquí, seguro que estando orbitando a su alrededor puedo imaginar la cantidad de distancia que hay, mido años luz, mido tiempo en microsegundos y ahí está para mi, para no perderme, para que la memoria del agua no me olvide. Puede que algún telescopio le haya podido poner un nombre, mientras yo sigo pensando en agradecer y mostrar mis respetos a la luz que hay en mi meditación. Dicen que con un punto de apoyo puedes cambiar el mundo. Ahora bien, ya tengo el punto de apoyo, solo espero cambiar yo para ser mejor, más humano, y si llega mi luz a la humanidad desde aquí, me alegraré más todavía.