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La memoria del agua.

Vivimos como si para cada cabeza cayese la misma lluvia. Como si cada gota de agua no reconociera a que seres mojar con su vida.

La memoria del agua marca un camino en cada persona y es en este camino en el que debemos elegir, salir a mojarnos, o resguardarse de la tormenta. Con un hecho tan simple, se crean ciclos y se rompen caminos, se crean nuevas sendas por las que caminar.

Es difícil escoger los pequeños objetivos, los cuales nos brindarán unas oportunidades u otras.

La memoria del agua brinda caminos, brinda días de reflexión, brinda momentos en los que sentir el poder de la naturaleza.

No todo el mundo se para a escuchar como el sonido de la lluvia sobre una tela puede ser el mismo sonido que hace el universo. El ruido blanco, nos dice en cada tormenta de que fractal venimos, en que cuerda vibramos. Hasta que nos corten el hilo de vida.

Me pregunto cómo puedo exprimir la vida en los momentos que tengo de meditación.

Me gusta ver mi estrella entre tanta oscuridad, es algo que me ayuda a seguir hacia delante. Es increíblemente bonito ver la luz entre tanta oscuridad, aunque sea una microluz desde aquí, seguro que estando orbitando a su alrededor puedo imaginar la cantidad de distancia que hay, mido años luz, mido tiempo en microsegundos y ahí está para mi, para no perderme, para que la memoria del agua no me olvide. Puede que algún telescopio le haya podido poner un nombre, mientras yo sigo pensando en agradecer y mostrar mis respetos a la luz que hay en mi meditación. Dicen que con un punto de apoyo puedes cambiar el mundo. Ahora bien, ya tengo el punto de apoyo, solo espero cambiar yo para ser mejor, más humano, y si llega mi luz a la humanidad desde aquí, me alegraré más todavía.

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Fluir

A veces pienso en imposibles, en límites sin determinar, pienso en imposibles que hacen más posible la soledad, aislado en pensamientos e ideas.

Es cuando en esta soledad posible, al ver pasar el tiempo con relaciones normales, observo, siguen su curso natural mientras mi desarrollo lo define el mismo potencial aún por llegar a tocar los corazones a través de la escritura.

A veces pienso en imposibles, por aquello de llegar a la estabilidad y el equilibrio que luchan contra el caos.

De repente salir de una simulación de 14 años o más, hacen que me replantee mi vida actual y si conseguiré llegar al camino correcto a través de la acción, sentimiento, pensamiento, creencia, instinto, intuición, sentido y dirección correctos.

Puede parecer difícil, dicen que lo más fácil es escribirlo, pero una vez de ahí, ponerlo en práctica se vuelve un plan para seguir el camino hacia la verdad, hacia la realidad que mejor se ajuste a mi madurez intelectual. Empatizando, significando, construyendo, creando un espacio virtual y físico, sano, saludable, de bienestar y sensaciones, admirables solo desde la profundidad del vacío del silencio y la armonía de las conversaciones.

Construyo mi propia ayuda a través de esta creación, construyo unos pasos desde el antes al después. Antes de la programación establecida para mi persona, al después de haber logrado la libertad de la simulación. Ahora la vida se vuelve seria, contando todas las veces que podría haber muerto o caído enfermo, será mejor no contarlas y guardarlo como un aprendizaje incorporado. Para poder elegir, siendo consciente, conociendo.

Si mi simulación me marca un camino hacia la soledad rodeado de gente e incomprendido, me tocará aceptarlo y resignarme. Sin embargo, si se me presentan los núcleos de información y me guían de un camino a otro, de un cambio a otro, de una mejora a otra, espero poder seguir el ritmo y entrar en esa llamada armonía vital que tanto me ha costado construir, fluir como el agua. Todo fluye, todo cambia, fluir en imposibles hasta ver milagros en cada mínimo detalle de esta evolución.

A veces siento y pienso en imposibles. Tocará dejar hablar al tiempo y sus azarosas recompensas del esfuerzo constante, del descanso merecido, de aquellos imposibles que se logran a base de abrir mentes.

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Una y tantas

A veces hago el amor con la escritura, unas veces es sucia y otras súblime, pero no me queda otra opción que hacer el amor con la escritura en todas las maneras posibles, para que de alguna manera mis letras sean felices en la medida en la que yo no puedo serlo. A veces me inspiro, fluye, lo libero y te llega, a veces no se da ese proceso, los ritmos cambian en cada persona y yo cambio en cada texto, los ritmos son las olas que viste alguna vez y que ahora son ondas en tu mente durante el tiempo que me lees, y estas ondas que son olas no se pueden quedar en un hola, ¿qué tal?. Estas ondas que son olas no se pueden quedar buscando tu mirada en el infinito del cansancio y aburrimiento rutinario, en este tiempo de paciencia eterna en el que se pierde hasta el deseo de vivir, mientras sigo esperando hasta que respondas con esa luz en tus ojos que te caracteriza, que sabe cuidar de mi, hasta que respondas con esas manos cansadas de trabajar y de mirar el móvil, ojalá pudieras levantar tu espíritu todos los días, ojalá me dejases sentirlo, entre esos tiempos de descanso donde se para la vida y fluyen las emociones, los sentimientos, las sensaciones, las ideas y los sueños. A veces sueño con poder escribir ese texto que te haga aparecer en mi vida abriendo los ojos a mi mundo de soledad compartida, a mi interior de construcciones salvajes, a mi interior roto por tantas influencias que me han dejado aislado mientras lucho por salir al mundo desde aquí, gestando otra idea en cada semana, renaciendo en cada texto, renaciendo en cada letra, en cada palabra, gastando tiempo para dejar a mi tiempo un lugar en el tiempo, gastando vida para dejar a mi vida un lugar en tu vida, gastando espacio para dejar a mi espacio un lugar en el espacio, y así vivimos, gastando para dejar un vacío.

A veces hago el amor complicado y simple con la escritura. A veces me dejo aparecer.

Solo una y tantas veces te puedo escribir, que no se si sirve que leas y olvides para dejar de sentir.

Solo una y tantas veces te puedo escribir, que no se si algún día me leerás todo a mi.

Solo una y tantas veces te quise escribir, que no quiero perder el tiempo sin verte vivir.

Solo una y tantas veces te quise decir, que estoy vivo esperando tu respuesta.

Solo una y tantas veces me fui, que ya no volveré a ser el que conociste antes de leer esto.

Solo una y tantas veces estoy aquí, que cuando vengas quizás haya perdido mi razón, mi fe, mi conciencia, mi mente, mi cuerpo, pero no perderé mi amor por ti.

Solo una y tantas veces te puedo repetir, que mi esencia si se aleja de ti, es para volverme a acercar.

Y en esta cercanía, de esencias, de soledades compartidas, de vidas gastadas, de sin sentidos y esperas, me gustaría que supieras que te imaginé hace mucho y que cuando quieras, nos toca vivir.