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¿Un café?

Medito sobre la nada, me encuentro vacío en el vacío, nada que ser, imaginar, pensar, sentir, nada. En silencio, en desiertos de soledades, en cielos de ausencias, en horizontes de rechazo, solo, siendo nada empecé a escribir cómo si pudiera llegar a ser, a no estar sujeto, a salir de las sombras del subconsciente, a romper los impulsos de los instintos, a encontrarme con el vacío, el silencio y la nada en mi ser. Para escucharme, para escucharte. Desde la vida que parpadea, desde los segundos que parpadean, desde la palabra en blanco que parpadea para ser escrita.

Un momento que se repite es difícil de encontrar, siempre me encuentro una palabra nueva para llamar a esta quinta dimensión, frecuencia tal vez. En ese momento que se repite me encuentro lleno de nada, rodeado de la energía del vacío y del silencio y es curioso que me llene la nada más que cualquier otro momento. Por esto traigo una respiración en un pulso, dejado a su destino no escrito, dejado en el equilibrio que encuentro entre soledades compartidas y desiertos de soledades. Si me preguntaras dónde me encuentro, te diría que fuera de los recuerdos y la imaginación, me encuentro en el momento en el que me gusta aparecer desde la nada, desde el vacío, desde el silencio y la ausencia. Me encuentro en el momento en el que respiro y parece que es otro parpadeo, entre el aire y mis pulmones.

En otro parpadeo estoy sintiendo tu ser en la distancia, como si fueras a entender todas mis palabras algún día que quieras leerme. Mientras tanto sigo sumando pulsos de silencio, donde el metrónomo suena como una onda sin retorno. Y así parece que hablo con la gente, con ondas sin retorno, no importa que deje mi ser en tu corazón, ni que llegue a ti con una sonrisa, ni que cuide los detalles de mis gestos, ni que los descuide, ni que mi ser conquiste otro día como una batalla en la que solo pensarte me da las fuerzas para seguir. Parece que no importa que toda esta creación se mantenga como un ser viviente que viaja de persona a persona haciendo sentir.

En otro parpadeo vuelvo. En otra espera de no esperar nada encuentro vacío, silencio, pero ahora me encuentro a gusto.

Y así, no sé si me fui yo, o te fuiste tú, no sé si quisiste estar o solo fue que nuestros destinos coincidieron para ponerse de acuerdo en la ausencia. No sé si te sirvo, o sólo soy un alma vieja pasajera que se encuentra a personas de ida y vuelta, cada uno con su billete de llegada y de salida. Pero la verdad es que esta frecuencia la alcanzo solo, aunque a veces haya logrado compartirla, espero que tu la encuentres y te sientas llena de vida entre tanto silencio y ausencia.

Mi vida va a otro ritmo, al ritmo del café que se toma para desconectar, mientras que para la mayoría la desconexión es pasajera para volver a la rutina. Mi vida va a otro ritmo, escribo para poner al día mis emociones.

Problemas, prioridades, preocupaciones, todos en la misma rueda, mientras observo desde mi interior que hay muchas ruedas, mucha gente que empuja, mucha gente que para y no tanta gente que observa.

Ahora construyo desde el rayo de luz en el recuerdo, desde la atmósfera de equilibrio en el recuerdo, desde la inspiración. Me veo en otro viaje de palabras. Me veo en un nivel de pensamiento que está fuera de la polarización de las ideas, un pensamiento que acepta, cambia, se renueva en cada palabra que avanza.

Quería decirte, si llegas a leerme, que estoy bien, meditando sobre la nada, si quieres contestar, dime si tienes ya el billete de salida de mi vida, o espero a que te quieras quedar descubriendo una nueva rueda que observa como desconectar con el café.