Jamás pensé que podría desear en un abrazo un cariño eterno, atemporal, en tan pocos segundos donde podemos fundir las buenas energías, para poder sentir la seguridad de la complicidad, el valor del tiempo, la pasión de los latidos, el apoyo sobre mi hombro que quiere quitarte cada preocupación, duda, en el lugar del abrazo que acompaña la liberación de la tristeza, con la fuerza de la alegría justa para sentir, disfrutar, reconocer.
Pongo cada paso firme de mi vida y solución en esta señal de respeto y cariño, en este acompañamiento donde me quedo a sentir la belleza de tu alma.
Si llenamos el minuto con un abrazo, si liberamos y establecemos el sentimiento, te arropo, te guardo, te quiero y te apoyo, te reconozco, fusionando nuestras energías, dan ganas de querer crear una realidad nuestra, como si fuéramos los protagonistas de una historia que está aún por escribirse, desde mi pequeña luz interior, a llevar tu corazón a las estrellas, viajando por el universo.
No concibo un camino en el que tu no estés. Me gustaría curar la realidad. Me quedaría a la distancia de una vida de cercanía, amor, respeto, libertad, comunicación. Conociendo y deseando que la mejor de mis emociones sean solo para ti. Porque en cada abrazo, me das unas increíbles ganas de crear un futuro presente.
Desde la realidad del sueño, la realidad de la imaginación, la realidad de las ideas, la realidad presente de la respiración, la realidad de la meditación, quiero crear la mejor comunicación y complicidad.
Si me puedo enamorar en un abrazo escojo el tuyo. Si me dejas acompañarte en esta vida tan incierta… lo cierto es que en mi mejor presente estás tú presente.
No tengo palabras, ni silencios que me alejen de ti. Tengo mañanas, tardes y noches, donde me gustaría estar a tu lado.
Amanecer en tu abrazo cada noche, dormir cada mañana en tus besos, vivir cada momento sabiendo que mi odisea es verte feliz.