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Escritorio

Desde mi escritorio, papeles, carpetas, bolis, cajas, calculadora, cables, cuadernos, agendas, desordenados en la entropía del universo, como partículas en expansión esperando a ser leídas y ordenadas en mi mente para expandirse hacia un viaje consciente por el microcosmos de mi mesa hasta el espectro del olvido al archivarlos en mi memoria o en cualquier otra parte de esta dimensión, donde el escritorio se vuelve a su génesis, vacío, sin vida…

Mientras tanto en este caos, conservo el momento orbital de mi energía, donde me encuentro que nada me pertenece, aunque estén a mi alcance las herramientas de crear un mundo mejor, más evolucionado y categorizado dentro del caos del universo mental en el que me muevo. Visito poco algunos lugares, deambulo por las estancias como si solo fuera la presencia de una sombra del que un día fui, arrastrando energías que no me pertenecen en un cuerpo prestado, arrastrando energías que se quieren adueñar de mi espíritu gracias a las malas influencias y a la programación lingüística de otras personas que quizás alcanzaron a compartir su soledad conmigo en tiempos pasados. Cuando me veo como un simple espectador manejado y sujetado en mi pasado inconsciente.

Estoy desaprendiendo conceptos y teorías, estoy desconociendo personas, estoy moviéndome entre las sombras, estoy a la vez en un viaje hacia el pasado viviendo el presente y sus infinitos cambios en los que poco cambia para mi o poco me sorprende, cuando el futuro no quiero que sea un lugar de desarraigo y tragedia, cuando no quiero sentirme desubicado en un futuro cada vez más difícil y complejo entre tantas variables presentes. En este viaje hacia el pasado he sentido el poder del inconsciente y he visto como dejarse fluir entre malas energías de personas te llevan a la perdición y despersonalización de un mismo espíritu.

Este espíritu es el que renace cada día, se reinventa, se descubre, se analiza, se evalúa y comprueba que el cambio interior es el que sirve para ver un exterior mejorado. Pero cuesta y duele ver a las personas perdidas en las pantallas poniéndose filtros y máscaras mientras consumen contenido sin filtrar ni analizar en su mente, con su espíritu dominado por los impulsos del mundo de la imagen, por el bombardeo a la sensibilidad con un lenguaje perfectamente medido para volvernos consumidores esclavos. Ahora que parece que se viene otra crisis, la del petróleo, ahora que parece que sabemos y recordamos que las pandemias duran cinco años, en este mundo en el que se colapsa la sanidad y nos venden palabras como trabajos esenciales, sin conocer que el trabajo esencial ha de realizarlo cada uno dentro de sus propias emociones, sentimientos, reflexiones, pensamientos, ideas, energías, nos quieren vender la idea de trabajos esenciales como si fuéramos solo maquinas de supervivencia, en el mundo distopico, para que disociemos ideas, para que no unamos conceptos durante más de cinco, diez, treinta o sesenta segundos, en el mundo virtual en el que pasas de una idea a otra, de una persona a otra, de una historia a otra, sin darnos tiempo a pensar ni a racionalizar lo que estamos consumiendo. Platón y su mito de la caverna es donde vive la gente ahora, viendo las sombras de las imágenes de los móviles y las pantallas, el pan y el circo y nadie se acerca a la llama de la verdad del conocimiento, ni por asomo. No sé si alguien es capaz de volver a sentir su propia naturaleza como única, unida y en comunión con el resto del mundo, cuando a uno lo encierran por tener ideas, por pensar.

Ya no importa el diálogo ni entienden la lógica cuántica, ni entienden que la infinidad de variables presentes nos hacen ser un clic en este mundo de programación, donde un día te acuestas y al siguiente ya no estás vivo. Nos venden el temor a la muerte para volvernos consumidores esclavos y desesperados, cuando la muerte es solo otro cambio hacia otro plano dimensional donde poder crecer de otra manera, sintiendo nuestra energía como esa partícula que está fuera de la lógica donde esperamos viajar libres en otra experiencia existencial.

Quizás mi viaje nuevo pueda descubrirlo desde mi escritura, conservando mi momento orbital, perdiendo fuerza, liberándome de cargas negativas que quieren acompañarme. Observo la oscuridad como un proceso, ser consciente y sentir miedo de la propia oscuridad de cada uno es algo necesario para poder caminar hacia la vibración más alta, o más tranquila, ya no lo sé, pero caminar en la vibración de la armonía con el entorno y tu propio ser, caminar en armonía con la propia conciencia, consciencia, con los propios procesos cognitivos, bioquímicos, naturales, caminar en armonía con la propia naturaleza de un yo sujeto, libre, respetuoso y respetado, consciente de su propia oscuridad con el fin de poder brillar desde el vacío que me ha sembrado la sociedad, desde el caos de mi escritorio para el mundo.

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